jueves, 10 de abril de 2014

Dolor por la muerte de un Niño

Quizás no se escuche mucho este titulo aún, es de una poesía de el Prof. Fidencio Escamilla Cervantes, (que yo leí en su libro "El hambre no tiene rostro") quien tiene ya varias poesías, en las que retrata problemas de nuestro México, los aborda uno a uno, en el caso de este poema, trata de la irresponsabilidad y falta de profesionalismo de algunas personas que ocupan un sitio en el sector salud, También evoca los sentimientos de un padre desesperado por tratar de ayudar a su hijo y la impotencia de no haber podido ayudarlo. 
Intentare describirlo con las siguientes palabras:
Dolor, desesperación, oportunidad, euforia, prontitud, impotencia, muerte, sufrimiento, enojo, venganza, desconsuelo.

Para poner un poquito de conciencia en lo que hacemos cada día. 

Les dejo el poema:


DOLOR POR LA MUERTE DE UN NIÑO
(Fidencio Escamilla Cervantes)

No señor, en el ISSSTE yo no creo, ni en el seguro social,
Y aunque son logros del pueblo, ya no creo, ya no creo,
Perdí la confianza en ellos y la perdí por entero.


¿Cómo no iba a perderla sí a causa de todos ellos
perdí a mi primer hijo? ¡Como lo oye… el primero!

Empezó con calentura, ardor por todo el cuerpo,
Y unos espasmos horribles y un dolor aquí, en el pecho,
Su cabecita sudaba, se quejaba por entero,
A veces abría los ojos y me decía ¡Te quiero, te quiero!
Y me desgarraba el alma al ver a mi hijo, el primero,
Hecho bolita en su cama con un dolor en el pecho.
Yo lo miraba a sus ojos, le acariciaba su pelo,
Quería mitigar con frases lo que él está sufriendo.

Y pensé en el hospital ¡Sí! El que se encuentra en el pueblo,
Allí tenían que aliviarlo, para eso lo puso el gobierno.
Arropé a mi muchachito y salí casi corriendo
Como alma que se lleva el diablo, con mucho temor y miedo.
No sé si eran mis lágrimas o a poco estaba lloviendo,
Si me salí sin camisa o el frío era muy intenso.
Si era noche plagada o cerrada de luceros,
Si el calor estaba hiriente o muy intenso era el viento.

Sólo sé que entre mis brazos a mi hijo llevaba enfermo,
Con espasmos seguiditos y encendido todo el cuerpo,
Y lloraba desesperado, tal vez de dolor y miedo;
Yo le miraba su rostro y lo apretaba en mi pecho,
Y así con mi niño a cuestas llegué al hospital del pueblo,
Con la esperanza en la ciencia en manos de galenos.

Me dirigí a las urgencias y ya casi sin aliento
Le dije a las enfermeras ¡Mi hijo se está muriendo!
¡Atiéndalo por favor! Quítenle este sufrimiento,
Díganme a donde lo paso y que lo revise un médico.

Que se queja el pobrecito de dolor en todo el cuerpo,
Sus ojos son dos tizones de calentura está hirviendo.
…esperaba ver sobresaltos, que todo fuera corriendo,
que la enfermera gritara pidiendo ayuda a los médicos,
que se abrieran consultorios y todos a un mismo tiempo
se abocaran a mi niño y ver que le estaba ocurriendo.

Que distinta la respuesta y que me heló todo el cuerpo,
Pues en lugar de auxilarme o que llamara a un médico:
Pidió credencial del ISSSTE o carnet, en su defecto…
Si era empleado de confianza o simplemente maestro.
Que ya eran otras las leyes y había nuevos reglamentos
En todos los hospitales que manejaba el gobierno.

Además no había servicio por ser primer día de enero,
Pues los doctores de guardia celebraban año nuevo,
Que fuera más comprensivo y atendiera el reglamento,
Que con cualquier aspirina se pondría bien el enfermo.

Al escuchar aquellas palabras sentí la rabia por dentro,
Agarré a mi muchachito, lo arropé contra mi pecho,
Al consultorio más cerca penetré casi corriendo,
…y allí estaba el gran jolgorio las enfermeras y médicos,
viviendo la borrachera producto de año nuevo
¿Qué importaban los pacientes, si era el primero de enero?

Brindaban con alegría y el brandy, mezcal y añejo
En esos hombres de ciencia estaba surtiendo efecto,
Me miraron con sorpresa, después se soltaron riendo;
Que ellos curaban los males de los pacientes enfermos.

Pero el que llevaba yo no ocupaba ya de médicos
Que eran los funerales los que atendían a los muertos,
Perdí la noción del espacio y la razón por completo;
Carrera, gritos, auxilios, por enfermeras y médicos.

Pues con u hacha en mis manos de “rómpase en caso de incendios”
Arremetí contra todos: mujeres y hombres… parejo,
Lo hice con furia y saña pues se me fue mi pequeño
Por culpa de aquellas bestias; lo demás no lo recuerdo.
Han pasado ya quince años de soledad y de encierro,
Desde aquella noche amarga en que perdí a mi pequeño
Unos pedían manicomio, que estaba mal del cerebro;
Otros, cadena perpetua, que sirviera de escarmiento.

…Han pasado ya quince años de quedar convicto y preso,
y de lo que pasó esa noche, la verdad, no me arrepiento.
Porque han sido quince años de dolor y sufrimiento,
De estar pensando en mi hijo, esté dormido o despierto.
Y cada vez que eso pasa se me revuelve el cerebro
Las lágrimas me traicionan y en ellas baño mi cuerpo.
Y me acuerdo de esa noche y me acuerdo de esos médicos
De la misión que les dieron para rescatar enfermos.

Aunque no fueron los únicos porque como ellos hay cientos
Que anteponen veleidades y su quehacer de galenos.
¡Por eso sufro este encierro! ¡Por eso no me arrepiento!
Así pase un siglo entero de dolor y sufrimiento.

Mientras sueñe con mi niño y que me diga “te quiero”,
Con su carita encendida y bañado en sudor su cuerpo,
Con los espasmos horribles y su dolor en el pecho,
Su mirada mortecina y aquellos quejidos tétricos.
No olvidaré ni un segundo que por culpa de esos médicos
La vida de mi chiquillo quedó desecha en mi pecho.